"Tenía 12 años cuando te di la espalda. Renegué de mi pasado para asegurar tu futuro.
Una decisión de corazón.
Una decisión de instinto.
El mismo día que dejé de mirarte a la cara, sin embargo empecé a amarte.
A protegerte.
A ser tu primer y último instrumento de defensa.
Me prometí a mí mismo hacer todo lo posible para no cruzarme con tu mirada. O para hacerlo lo menos posible. Pero cada ocasión fue un sufrimiento, debía darme la vuelta para entender que te había desilusionado.
Todavía.
Todavía Una vez más.
Siempre hemos sido opuestos y complementarios, como la Luna y el Sol. Condenados a vivir uno al lado del otro, pero sin acariciarnos. Compañeros de vida a quienes se niega el contacto.
Hace más de 25 años hice mis votos: juré protegerte y guardarte. He sido el escudo contra tus enemigos. Siempre he pensado en tu bien, anteponiéndolo al mío. Y todas las veces que me he girado a mirarte intenté sostener tu decepción con la cabeza alta pero sintiéndome en parte culpable.
Tenía 12 años cuando le di la espalda a la portería.
Y continuaré haciéndolo. Mientras las piernas, la cabeza y el corazón aguanten".
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